martes, 26 de febrero de 2008

The answer

Era víspera del 4 de julio. La madrugada dormía Philadelphia cuando el operario de la limpieza, enfundado en sus cascos, levantó la cabeza. Con el rabillo del ojo había visto cómo dos individuos cruzaban con paso firme la calle Chestnut en dirección a uno de los apartamentos que flanqueaban la recta. Caminaban aprisa, decididos hacia algún destino y como a salvo de buenas intenciones. Por precaución el hombre se ocultó tras una furgoneta del parking y se asustó de veras cuando el alumbrado de la acera dejó al descubierto un feo detalle: uno de los dos sujetos, el más bajito, portaba en su mano derecha lo que parecía un revólver.

Varios golpes secos a la puerta quebraron el silencio del interior de la casa. Alguien se acercó con sigilo desde dentro. “Abre... ¡Abre!”. Y al primer intento la puerta se abrió de par en par por los empujones de aquellos dos visitantes, que irrumpieron en la casa dejando al joven congelado junto a la entrada. Movido por el estruendo otro joven salió al salón en paños menores. “¡Qué pasa!”. No contestaron. Allen abrió la puerta de la habitación del fondo y encendió la luz de un manotazo. Una sábana cubría al joven sobresaltado que clavaba su mirada sobre el intruso. -¡Dónde está!-Dónde está... ¿¡quién!? Allen sintió que alguien se acercaba a su espalda. Se giró y levantó el arma apuntando directamente al rostro del joven. “Dime dónde está Tawanna o te dejo seco”. El joven de la habitación se incorporó de un salto para acercarse hasta él y suplicar: “Primo, Tawanna no está aquí, no ha venido, ¡no está! Basta ya, por favor...”. Ahora era a él a quien apuntaba directamente la semiautomática.


Una semana después Allen Iverson era inculpado por agresión y amenaza en el apartamento de su primo, Shawn Bowman. Una fuerte discusión con su esposa y madre de sus dos hijos, Tawanna Turner, con quien contrajera matrimonio en agosto de 2001, había dado con la fuga de ésta la noche anterior. Un día sin saber de ella había agotado su paciencia. Despechado y en compañía de su tío Greg, Iverson había acudido en su busca al apartamento que Bowman compartía con Charles Jones, de 21 años, y Hakim Casey, de 17. Apartamento cuya renta corría a cargo de Iverson. Pero Tawanna tampoco estaba allí.

Movido por sus abogados Iverson se entregó a la policía el día 16 e ingresó de inmediato en la cárcel. No era la primera vez. Ya en el 93, siendo aún estudiante de Bethel, participó en una reyerta entre alumnos del instituto en el interior de una bolera y pasó cuatro meses a la sombra hasta que Douglas Wolder, gobernador de Virginia, le concedió la clemencia. Al poco de recibir el galardón a mejor novato del año, Iverson fue detenido por exceder los límites de velocidad. En el registro del vehículo le fueron incautados un revólver y una pequeña cantidad de marihuana, y fue penado con tres años de provisional. Mamá Iverson, tan sólo quince años mayor que su hijo, había tratado de atar en corto al pequeño desde que naciera. Ann Iverson recordaba a todas las madres del mundo. Más en concreto, a las de los jóvenes talentos criados en duras condiciones. Y por un asunto de pies, su caso remontaba incluso al de Mary Thomas, madre de Isiah (en cuyo nombre Allen llamó Isiah a su tercer hijo). Mary Thomas encontró en la basura unos zapatos que pensó valdrían para el pequeño Isiah. Y aunque le venían pequeños y le provocaban fuertes dolores, Isiah los calzaba para jugar en la calle. Y los domingos, previo lustre de la señora madre, servían por igual para acudir a la misa. Paralelamente Ann Iverson había guardado un dinero para pagar las facturas de la luz que adeudaba. Pero lo gastó en cumplir el sueño de su hijo: unas zapatillas. “Cuando llegué a casa, no teníamos luz”. Ann quemaba las jornadas en dos empleos luego de haber sido abandonada por el hombre que le prometiera matrimonio, Allen Broughton, padre biológico de Iverson.


Con todo, el incidente de Chestnut iba mucho más lejos de cuantas correrías pudieran tocar a un joven nativo de Hampton. Iverson se enfrentaba a catorce cargos por los que se arriesgaba a un total de 70 años de prisión. El penúltimo día de julio quedó libre de doce de los cargos. El juez James DeLeon estimó las contradicciones de los testigos. En septiembre la parte acusadora retiró los cargos y renunció a proseguir el caso. En noviembre el Inquirer y el Daily News recogían unas estremecedoras declaraciones de boca del propio jugador: “Allen Iverson podría ser encontrado muerto mañana si un policía corrupto desea su muerte. Así de simple. Quiero vivir en Philadelphia pero tengo miedo”. La policía desmintió cualquier amenaza. Tres años después David Stern exigió al jugador que eliminara de sus rap lyrics los pasajes que entendía como instigadores de la violencia hacia los homosexuales y las mujeres de raza negra. Todo ello junto al interminable desfile de amonestaciones arbitrales sobre las dimensiones de su equipación. Sin mención explícita, y al margen de los cinco mil dólares de multa, hacía tiempo que Stern había llegado a una conclusión: Allen Iverson representaba todo aquello que el monarca de la liga no deseaba para ella. Al poco el jugador abandonó su carrera musical. Pero los problemas no hicieron lo mismo.

Una tarde de julio sonó el teléfono de casa. Era Pat Croce, su presidente, el mismo que había hecho posible su extensión de contrato en enero del 99 y ahora, año y medio después, estaba dispuesto a traspasarle. “Ya lo sabes, Allen, siempre he sido muy franco contigo. No quiero que te vayas. Te quiero aquí. Pero te empeñas en no obedecer a Larry Brown. No puedo defenderte”. Durante la conversación, cercana a la hora y cuarto, hubo un minuto desgarrador que ninguna biografía podría permitir escapar: -“I turned 25 last month. My mom always said when I turn 25 I’ll be a man. I can be a professional! I want to be a good father! I don’t want my kids to be embarrassed of me! I want to live in Philadelphia. I want to be a captain. I can control this! I don’t have to be late”.-Pues no lo estás haciendo nada bien.


Croce se debatía entre dos polos opuestos que Phil Jasner, cronista del Daily News, había telegrafiado en pocas palabras: “El reputado y veterano entrenador, con 60 años, y la joven y rapera estrella que quiere hacerlo todo a su manera”. Todos los directivos de la liga sabían que aquel verano Allen Iverson estaba en el mercado. Y lo estaba contra su voluntad. “Yo quiero seguir aquí”. Pero la situación estaba lo suficientemente avanzada como para que en cualquier instante saltara la noticia. La relación con Brown había tocado fondo. “Allen no obedecía sus reglas, se retrasaba –reconocía Croce–, sus declaraciones por la espalda, su compromiso con los entrenamientos... Eran cosas demasiado evidentes”. Harto de la situación el técnico estalló ante los medios: “Estoy cansado de que todo el mundo hable de mi relación con él. Me pregunto cómo es tu relación con un empleado que decide no ir a trabajar o llegar tarde todos los días al trabajo”. Detroit aceptó la propuesta. Propuesta que no llegó a buen término por la decisión de un jugador de tercera fila. Matt Geiger no tragó con perdonar un porcentaje del traspaso que, en efecto, le correspondía. El traspaso se vino abajo. Vistas las orejas al lobo, Iverson protagonizó el cambio más dramático de su vida. Brown era el jefe al que obedecer y la plantilla la empresa para la que trabajar.


El 10 a 0 de inicio de temporada fue la prueba más explícita de que algo había cambiado con fuerza. “Éste va a ser el año más importante de mi carrera”. Unos meses después el pequeño Allen se coronaba por una noche estrella de las estrellas ante un público que lo recordaba con cariño de sus años en Georgetown. Y nada más subir al estrado para recibir el galardón la megafonía devolvía la declaración más inesperada de todo el fin de semana: “¿Dónde está mi entrenador? ¿Dónde está Brown? Esto es un tributo para él”. La victoria del día siguiente ante Milwaukee con 49 puntos del implicado tenía también su dedicatoria. El pequeño gladiador estaba aprontando la llegada de los mejores días de su vida.


Días que marcaban el tardío final de la adolescencia de un ciudadano muy joven que, además, era jugador profesional de Baloncesto, uno de los más asombrosos que haya conocido la historia del deporte. Su adolescencia había llegado tarde a su fin. Y lo hizo de la misma convulsa manera que un buen día había llegado, cuando Allen apenas contaba nueve años de edad, jugaba al fútbol en el colegio y realizó la recepción soñada, momento en que dos adversarios cayeron a plomo sobre su cuerpo, un cuerpo tan frágil y menudo que su mismo peso rivalizaba con el de la equipación que lo protegía. Tendido sobre el césped sintió que las piernas no le respondían, hasta que su técnico, Gary Moore, irrumpió en medio del corrillo. -¡Qué te pasa! ¿Tienes algo roto?-La pierna... me duele...-¿No? Pues entonces... ¡levántate!Y eso fue lo que hizo: seguir adelante a pesar de que la mirada le devolvía un mundo borroso por las lágrimas de dolor. Bethel se alzó con el título del estado con el quarterback más escuálido de todo Virginia. No nacía entonces un hombre. Lo hacía un carácter. Un espíritu cuya máxima Chris Broussard acertó a definir como nadie: “Fragility could be overcome by toughness”. No hay otro modo de entender que los peores ataques de bursitis a su codo derecho coincidieran con la cima de su carrera. Durante los playoffs la inflamación y el dolor hacían inútil la protección que cubría su brazo derecho, llegando a utilizar bajo ella vendajes y apósitos que ocultaban un codo en carne viva. Todo ello no impidió los 54 puntos del segundo choque ante los Raptors ni verle anotar 19 de los últimos 20 puntos de su equipo. Tampoco los 52 del quinto. Y por prescripción médica no habría disputado el séptimo choque. Por decisión personal, habría saltado a la pista con medio soplo de vida. Cuando Lenny Wilkens decidió cargarle con dos y tres pares en defensa, Iverson repartió 16 asistencias y el equipo lo fue más que nunca con él como eje.


Así las Finales del Este ante los Bucks eran por fin el escenario para el que parecía haber nacido. Para la tercera noche el cuadro médico del equipo dijo basta. Allen no podía jugar o se arriesgaba a perder por meses la sensibilidad de su brazo. Su retorno para el cuarto no pudo ser más crucial. Tanto que los rivales hubieron de recurrir al extrarradio defensivo. El codazo de Ray Allen a falta de dos minutos partió el labio de Iverson afectándole incluso a la dentadura. Todo quedó en la toalla antes de que el pequeño regresara a pista a resolver la batalla. Batalla que se prolongó en el sexto y que volvió a dar con otro codazo sobre Iverson, esta vez tan serio que la liga suspendió para el séptimo y definitivo choque a su autor, Scott Williams. Iverson había anotado 46 puntos –26 en el último cuarto– pero aún restaba ganar la guerra, cosa que quedó resuelta en el séptimo choque, con otros 44 puntos y la puerta abierta a las Finales por primera vez en 18 años.


El 6 de junio de aquel año 2001, víspera de su 26 cumpleaños, Allen Iverson se convirtió por una noche en el mejor jugador del mundo, en el más determinante, en la promesa cumplida y en el motivo de que Pat Croce se encaramara con los brazos al cielo al respaldo de su butaca en la grada del Staples, rendido a los pies de un jugador que Lang Whitaker definió como “the most dominant little man in the history of the NBA”. Millones de espectadores habían contemplado en directo el verdadero sentido de un jugador como él. La maquinaria defensiva angelina funcionaba con todos los demás miembros de aquel extraño conjunto. Pero nada pudo con el más pequeño. No aquella noche. Una noche que ponía fin a una racha de 19 victorias consecutivas de color amarillo, 11 de ellas en postemporada con una ventaja promedio superior a los 15 puntos. Tyronne Lue, el principal torturado, refirió su objetivo de manera tan gráfica que bien podría valer para todos aquellos que habían tenido que padecer la misma exigencia: “Que no le llegara el balón, que no lo cogiera”.


Días después el Baloncesto de recursos avaló el titular del Daily News –The Impossible Dream?– liquidando los sueños de un equipo de título –Philadelphia 76ers– muy superior al valor real de la plantilla, una plantilla cuyos nombres –Snow, McKie, Ollie, Lynch, Geiger, Hill, Mutombo, J.Jones, Bell, McCulloch– contrastaban enormemente con todos los Sixers finalistas precedentes. Pero el pequeño gladiador había alcanzado una cima que no sólo dejaba atrás su reconocimiento como el Jugador Más Valioso de toda la liga, el más pequeño de todos los habidos, sino, pocos lo sabían, el forzoso silencio de las inflamaciones del codo, la dislocación del hombro, la torcedura del tobillo, la sobrecarga de cuadriceps, la fractura del pulgar derecho, la sinovitis en la rodilla izquierda, la fractura de un dedo del pie y las contusiones en la cadera. No había dolor, tal y como aprendiera aquella lejana jornada en el colegio. Aquellos días resumían, en palabras de Croce, “no sólo los cinco años de carrera, sino toda su vida. Lo que veías era un hombre que creía tanto en sí mismo que te hacía creer en él”.


En realidad todo había pasado muy rápido. El 26 de junio de 1996 Brad Greenberg no dejó escapar la ocasión de hacerse con el jugador que adivinó más determinante de un draft que terminaría haciendo historia. En la codiciada primera posición los Sixers elegían a un prodigioso anotador en edad junior que había legado además para Georgetown un doble galardón de jugador defensivo de la Big East. Campeón estatal con Bethel, donde fue nombrado jugador del año, el legendario centro de los Hoyas fue el destino no elegido por Iverson, sino por su madre, suplicante frente a John Thompson durante una cita personal por la que había suspirado meses. Mamá Iverson había sido la personalidad más importante del chaval hasta que la compañía de Gary Moore adquirió rango oficial sobre su figura (Iverson’s Business Manager).


La histórica ciudad de Philadelphia contaba con representación en la liga desde el mismo día de su nacimiento. Pero hasta aquella fecha tan sólo había abierto la lotería con Doug Collins en 1973. Iverson se sumaba al proyecto que los Sixers habían iniciado el año anterior con Jerry Stackhouse. No eran años difíciles para Phila. Era la peor y más prolongada travesía en el curso de la franquicia. Iverson no era una incógnita. Lo era la respuesta del equipo a sus espaldas. El pequeño cargó desde el primer día con una misión difícilmente compatible: anotar y dirigir. Así los ocho últimos partidos de la temporada resumían el curso a la perfección: Iverson promedió 39 puntos incluyendo una noche de 50 puntos en una racha de cinco partidos seguidos con 40 o más (el único novato en lograrlo). Un tramo en el que tan sólo sumaron una victoria.


La llegada de Larry Brown al banquillo la temporada siguiente era la tercera piedra de toque. La cuarta consistía en definir de una vez qué era realmente Allen Iverson, cómo optimizar un rendimiento anotador tan valioso. Ni Stackhouse ni McKie ni Jimmy Jackson habían logrado descifrar la clave. Ésta comenzaría a aclararse con la llegada de Eric Snow, con la decisiva compañía de un base que liberara a Iverson del balón inicial hacia otra batalla: la salida de los bloqueos. Sobre una base franca pero frágil los Sixers comenzaron a reclamar sitio en el Este a la ruptura definitiva del imperio Bulls. Iverson cerraba el curso como máximo anotador de la liga y Phila registraba su mejor balance desde 1990, cuando Barkley aún formaba parte del equipo. Los Sixers caían barridos ante unos Pacers de sólida estructura que estaban protagonizando su penúltimo asalto a las Finales. El último, en 2000, dio paso al mejor reclamo de los Sixers de Iverson en el Este y la liga. La temporada de 2001, bajo el título Allen Iverson, forma ya parte de los más sagrados anales de la épica deportiva.


La plaga de lesiones del año siguiente echaba por tierra cada nuevo intento por salir a flote. En tan sólo 3 de las 82 noches la plantilla estuvo al completo. Durante la temporada dijeron adiós Tyronne Hill, Jumaine Jones y Matt Geiger. El equipo entero miraba cada vez más a “The Answer”, particularmente en enero (37-58-33-34-38-34-47). Sin Iverson el equipo acumulaba un 0-8. La cercanía de la postemporada azuzó a todos hasta lo posible. El partido de marzo en Boston volvió a evidenciar el carácter de un jugador que no iba a gritar por nada del mundo. Apenas cinco minutos después del salto inicial una falta de Tony Battie fracturó la mano izquierda de Iverson. El jugador no pidió el cambio. Tan sólo Snow fue su confidente y por lo bajo. “It’s broke, it’s broke”. Calentó esa mano con el bote del balón para engañar al dolor y anotó 22 puntos hasta que llegó el descanso y el cuerpo médico del equipo, a caballo entre la perplejidad y la furia, se lo llevó de urgencia al New England Baptist Hospital. Diagnóstico: fractura. Estimación: fin de temporada. Contraviniendo la prescripción médica Iverson reapareció en el mismo escenario de su lesión para la primera ronda, anotada para los Celtics por 3 a 2. El segundo sueño había caído por la borda.


El equipo siguió mermando hasta que ya poco le asemejaba al de las Finales. “Then the whole team changed”, lamentaba el propio jugador. Pero algunas cosas no lo harían. Y cuando el empate a 81 que forzaba la prórroga ante Detroit en el sexto de las semifinales del Este de 2003 devolvía a las cámaras la enésima bronca entre técnico y jugador, algo estaba llegando a su fin. Diez días después Larry Brown presentaba su dimisión. Era el fin de un proyecto que a pesar de todo, había tocado techo cuando nadie apostaba por el techo de un equipo sin un solo secundario de lujo. Ninguno de los dos implicados, conscientes de las enormes diferencias que les separaban, mostró jamás la menor señal de mutuo rencor. “Cuando empecé a entrenarle creía que era un gran atleta que no sabía cómo jugar, y no sabía si llegaría a saber cómo jugar”. La historia, de costumbre genocida, avalaba el compromiso entre ambos por una meta. “La manera en que ahora se le percibe a nivel nacional es muy especial –proseguía Brown–. Ya no es un niño renegado con talento que no sabe jugar en equipo. Es un tipo al que todo el mundo admira por su dureza y por su carácter”.


Casi doce años después de su llegada a la NBA Allen Iverson sigue siendo una de las figuras más controvertidas que haya pasado por ella. “Everyone either loves or hates him”, apuntaba Lang Whitaker. Sus facultades para exprimir la mayor de sus virtudes, la anotación, continúan intactas tanto tiempo después. Incluso su imagen, como icono del tattoo y el hip hop, está condenada a desaparecer pero por ella el tiempo tampoco parece haber transcurrido. Iverson ha sido el máximo anotador de menor tamaño que haya conocido la NBA. Lo ha sido en cuatro ocasiones en un periodo en que las defensas más venían a complicar una gesta de ese tipo. Gesta que nunca se vio libre de los mayores puntos de crítica a que Iverson tuvo que hacer frente: su selección y porcentaje de tiro. Definido en alguna ocasión como “A Synthetic Michael Jordan”, no es sencillo apreciar cambios visibles del Iverson de 22 al Iverson de 32 años. Los hay. Pero los cambios apreciados en Jordan, figura ante la que toda excelencia parece enfrentarse, fueron paralelos a los cambios apreciados en su entorno. Un estímulo natural del que Iverson tan sólo puede dar cuenta en el último año y medio de carrera, en otro lugar distinto a Philadelphia. Durante más de una década allí únicamente dos compañeros –Jerry Stackhouse, en el primer año, y Chris Webber, en el último–, alcanzaron la veintena por partido.


Como contemporáneo suyo ningún otro jugador en la liga recorrió mayor número de kilómetros en pista. Sus salidas de los bloqueos de fondo, como interminables carreras de obstáculos, remontaron a las mejores propiedades del running back. En los últimos veinte años las defensas rivales cayeron con la más extrema dureza sobre los mejores anotadores. De todos ellos, el menor grado de reacción hostil correspondió al más pequeño, un jugador eternamente dominado por el más elegante fair plan.


Al tiempo, uno de los aspectos más ignorados sobre su perfil ha sido el defensivo, mucho más sigiloso que su condición de ladrón de balones, facultad que no permite ya desalojarle del Top 10 histórico de la especialidad. Para su escasa estatura no se han registrado abusos ofensivos sobre Iverson como par cuando todo haría indicar que, defensivamente, era una puerta abierta. Hasta la llegada de O’Brien, y posterior compañía de Iguodala, el baloncesto de transición en Philadelphia era suyo. La velocidad de su carrera, su inquebrantable ligereza y una mecánica inferior incompatible con los manuales le han convertido en objeto único de la inteligencia ofensiva. Como penetrador Allen Iverson vino a proseguir la línea abierta por Murphy, Archibald o Thomas como las más sobresalientes figuras de estatura pareja en eludir de manera magistral el sorteo defensivo. Iverson legó además como penetrador un recurso íntimo: la extensión de su brazo derecho por encima de las verticales, una imagen que el protector de su brazo contribuyó a potenciar como arquetipo. Técnicamente no ha habido un ejemplo similar al momento decisivo de generarse lanzamientos ante sus pares. El uso del espacio con balón a través de la versatilidad del crossover y el fade away alcanzan en Iverson un plano nunca igualado. Indefinido, maldito y aún hoy inclasificable la misma NBA le dedicó una promo cuyo escueto guión era esclarecedor: Point Guard or Shooting Guard? Una formulación sin respuesta.


En la noche del draft de 2006 Iverson estuvo cerca de recalar en los Celtics. Era cuestión de tiempo y en diciembre, tan sólo tres días después de la trifulca del Madison entre Nuggets y Knicks, Denver se hacía con sus servicios. Iverson se estrenó sin el sancionado Carmelo con dos partidos que legaron 50 puntos y 23 asistencias. El traspaso fue observado con cierta extrañeza. Al máximo anotador de la liga, Carmelo Anthony (31.6), se añadía el segundo (31.2). Desde entonces la reciprocidad entre ambos ha estado plagada de parabienes y un correcto rendimiento conjunto. Otra de las incógnitas era la relación con “a combustible coach”, George Karl, un duro mando que nunca tuvo reparos en criticar abiertamente a sus mejores jugadores: Ray Allen, Sam Cassell, Gary Payton e incluso Carmelo Anthony. Karl reconoció haber llamado a Larry Brown para conocer más de cerca sus impresiones sobre Allen Iverson. Al desfile de confesiones secretas sucedió una importante evidencia: “Ha cambiado”.

Brown no era el único en creerlo. El mismo New York Times, tan crítico durante años con el jugador a través de Robbins, Vecsey o Araton, reconocía hace año y medio que “Iverson has been a model citizen since...”. Una idea que el mismo David Stern ratificaba asegurando: “He continues to grow”. Ninguno de ellos lo hacía en referencia al profesional de pista. Porque no era posible. La NBA ha dejado de tener un equipo de Allen Iverson. Los Nuggets no lo son. No se conocen problemas de vestuario, reina una confortable calma en Colorado y Denver es, de los gallitos del Wild West, el que parece más tapado, una elección casi marginal en las apuestas. Hasta la fecha el primer episodio de esta aventura, incompleto, dio con la derrota ante los vigentes campeones. Reina la paz en Colorado. E Iverson tiene gran parte de culpa. Su apariencia en pista pasa hoy por la del jugador compañero, profesional maduro, y al tiempo, un tipo como extrañamente serio y reservado. Sus incesantes elogios al nuevo equipo contrastan con una expresión que no parece próxima a la felicidad, como si orbitara sobre su figura un insobornable componente trágico. Algo que Jake Appleman sugirió a través de la “depth of his eyes”. Nada ha sido más recurrente en sus últimos interrogadores que el adiós a su prolongada adolescencia. Y nada subrayó él con más fuerza: “If you’re getting older and not getting wiser, something’s wrong”.

La carrera del pequeño gran hombre no ha llegado aún a su fin.
ACB.com

sábado, 23 de febrero de 2008

Hasta que aguantó Edwards

Después de una semana de asueto en Túnez, volvemos a las andadas. Esta tarde el Madrid ha dado un paso adelante de cara a conseguir el billete que les lleve directos a la Euroliga y poder jugar los Play-off como premio. Joan Plaza sigue su trayectoria para convertirse en un gran entrenador y me da a mí que nunca se le valorará todo lo que está haciendo en el Real Madrid.

Ante la baja de Tunçeri, Plaza ha puesto a Llull de titular y éste le ha respondido con buenos minutos y realizando un más que correcto primer cuarto. Con el fenómeno Ricky Rubio parece que el resto de jóvenes de nuestro baloncesto juegan sin ningún mérito y ésto no es justo. No hay que olvidar que Sergi sólo tiene 20 años, que está en un club como el Madrid y que salió de titular en un partido de ACB. Sólo con ésto ya se le tiene que tener en cuenta, lo que pasa que delante estaba Gianella, el gato más viejo de Granada que empezó el partido anotando los seis primeros puntos de su equipo.

El Cebé sin Borchardt vive del juego de perímetro. Gianella, Pecile, Udrih, Cherry y Scepanovic han ejercido de cinco martillos pilones cada vez que han tocado el balón. Los sistemas han quedado a un lado y el 1x1 más dividir el balón ha sido la premisa del equipo de Valdeolmillos. Además, Edwards estaba aguantando muy bien a Felipe bajo los aros y esto ha permitido al Granada llegar al descanso ganando.

A partir del tercer cuarto, Edwards se ha cargado con faltas y Felipe ha vuelto a ser el Felipe de los últimos tiempos: imparable. Si a él se le suma un Bullock en estado de gracia y un Charles Smith mucho más regular que la temporada pasada, pocos partidos se le escapan a este Madrid. Los granadinos lo han intentado a base de triples y coraje pero al final ha vuelto a aparecer un habitual en el equipo de Plaza en los momentos calientes: Raúl López. Desde aquí presentamos su candidatura para acudir a los Juegos Olímpicos de Pekín como segundo o tercer base. Se aceptan apuestas.

domingo, 10 de febrero de 2008

“Es el reconocimiento del baloncesto a Aito García Reneses”


Esta frase es de Sito Alonso inmediatamente después de que el DKV ganara la Copa del Rey, y no le falta razón. Ha ganado el baloncesto valiente, el baloncesto dinámico de ataque y de alternativas en defensa y según palabras del mismo Aito “el baloncesto del futuro”.

Todo equipo grande tiene un líder y en esta Penya el timón lo lleva un Rudy Fernández espectacular. No hay que olvidar que tan sólo tiene 22 años y ya es un jugador consolidado en una liga tan exigente como la ACB. Pete Mickeal salió a jugar con la misión clara de defender a la estrella del DKV y empezó ganando la batalla. No sólo eso sinó que además sumó en ataque y empezó a meterse a la afición en el bolsillo. Al final, las faltas le sacaron del partido y nadie más pudo parar al escolta mallorquín.

A partir de aquí, equipo, equipo y equipo. Hay que contar que Barton no está al nivel de otras temporadas, Baxter no ha cuajado, el resto del juego interior es nuevo de esta temporada, Mallet también y Ricky Rubio jugaba su primera final de Copa en categoría sénior y ya ha metido dos tiros libres clave en los minutos finales.

Todo queda resumido en la figura de Aito. Esta semana un aficionado de Badalona comentaba por televisión que solamente con ver a tres chavales en el primer equipo ya le hace sentirse contento de ser del DKV Joventut. No sólo es la dobre ‘R’, sinó que por detrás vienen Ribas, Tomás, Franch, etc. La afición de Badalona está volcada con el equipo pero es que a todo aquél que le gusta el baloncesto, también. Sito Alonso sabe lo que dice porque a parte de todo esto hay que sumar las zonas 2-3 y la 1-3-1 que hemos podido ver en esta copa, el hecho de confiar en Popovic al final del tercer cuarto cuando no había jugado ni un minuto en la final y las jugadas de pizarra que han desmantelado a Spahija después de los tiempos muertos.

Las líneas maestras que ha trazado Aito en el DKV son más fáciles de decir que de hacer porqué implica tener la confianza del club, la implicación de todo el equipo, un desgaste tremendo y sobretodo el convencimiento colectivo de que se puede ganar jugando así. Hay que ser valiente y ojalá aparezcan más equipos que quieran seguir este modelo: confiar en los jugadores nacionales, que el sistema de juego determine los fichajes y, sobretodo, tener paciencia. Con esta victoria ha ganado el Joventut pero también ha ganado el baloncesto.

lunes, 4 de febrero de 2008

¿El nuevo Sato?

Llega la Copa y el Top16 de la Euroliga y algunos equipos les falta tiempo para fichar. Algunos, como el Madrid, debido a la baja de Papadopoulos; otros, como el Barça, porqué rastrean el mercado desde agosto.

Esta tarde ha llegado Gary Neal a Barcelona, un alero supuestamente tirador que viene a aportar los puntos que no aportan Acker ni Ilyasova. De entrada, es noticia porqué es un fichaje, porqué es una cara nueva y porqué en el Palau andan escasos de ilusiones pero... ¿Nadie se acuerda de Romain Sato?

Adaptarse a la Liga ACB ya es difícil y no es un tópico. Los equipos se estudian al milímetro y se deja muy poco margen a la improvisación antes de jugar un partido. Por algo es la mejor liga de Europa y no sería la primera vez que llega un jugador y no se adapta a la liga. Además, en verano hay tiempo suficente para aclimatarse a un lugar nuevo, nuevos compañeros y nuevo entrenador pero a mitad de temporada la cosa se vuelve más difícil. Los equipos ya tienen unos automatismos aprendidos y las rutinas que se habían aprendido en verano, ahora algunos entrenadores añaden nuevas cositas para variar los esquemas del equipo en los monentos que aparecen nuevos retos competitivos. A todo esto, hay algo más difícil que adaptarse a la ACB y hacerlo a mitad de temporada: adaptarse a Ivanovic.

¿De dónde han sacado a Neal? ¿Nadie se acuerda de Sato y Bouroussis? El fichaje de Sato no hizo más que perjudicar el papel de Grimau porque el nuevo tenía que jugar y Basile y Navarro eran intocables. Bouroussis pareció un 7 pies con un buen representante que había conseguido engañar a la 'gent blaugrana' y luego se ha visto que tanto uno como otro han triunfado después en otros equipos.

Desde aquí abrimos un debate pero dejamos clara nuestra opnión. Ay, ay, ay....

domingo, 3 de febrero de 2008

Peor imposible

Esta tarde se ha vivido en el Nou Congost uno de esos partidos que a un equipo no le sale absolutamente nada. La lástima para los aficionados es que esto le ha pasado al Ricoh Manresa. El partido ha sido horrible porque, encima, delante estaba el Pamesa más debilitado de los últimos años pero estos tienen excusa porqué sin Milojevic, Barac, Avdalovic, Williams y Garcés no podían dar más de sí. Hay que decir que el panameño ha jugado pero lo ha hecho recordando al Garcés de tiempos atrás, o sea, pasando olímpicamente de todo.

En la tarde de hoy donde el desacierto se ha erigido como protagonista, si llega a jugar Pau Gasol -el más protagonista de los últimos días- y le dan una camiseta del Ricoh Manresa, seguro que tampoco mete una y los Lakers se habrían repensado su fichaje. Digo esto porque los referentes del equipo de Ponsarnau -Javi, Rafa y Asselin- ya se ha visto en el primer cuarto, que sin tener excesivos problemas por la defensa -blanda- que planteba el Pamesa, no tenían suerte de cara al aro.

Albert Oliver se ha marcado un partidazo y eso que nadie le ha apretado más de la cuenta sabiendo que venía como único base de su equipo. Douglas sabía que tambíen iba a tener muchos minutos por delante y, sin hacer un partidazo, se ha ido a 21 puntos (pero con 3 de 10 en triples).

Poco más hay que decir sobre el partido y menos sobre el Ricoh Manresa porqué falló todo. La gente se ha ido cuando aún faltaban 5 minutos para el final y los que han aguantado lo han hecho más por respeto que por confiar en la remontada. La valoración total del equipo lo dice todo: 53 puntos.

Hoy era importante ganar pero bueno, León, Estudiantes y Cajasol han perdido pero el Ricoh Manresa ha perdido una buena oportunidad para ponerse con 9 victorias y dejar un margen de dos con sus immediatos perseguidores, ahora mismo Menorca y Fuenlabrada.

Resultado final: 64-82
Nuestro MVP: Oliver. 19 puntos, dos rebotes, 5 asistencias y 23 de valoración para el último gran base que ha pasado por Manresa.
Jugador Sorpresa: Miralles. Ha sabido aprovechar las bajas de sus compañeros en el poste y en 28 minutos ha anotado 18 puntos, ha cogido 11 rebotes y ha acabado el partido con 25 puntos de valoración.

sábado, 2 de febrero de 2008

La Copa LEB Plata, ¡A Vic!


Se planteaban la competición para seguir mejorando en su juego y con ganas de medirse a grandes rivales de cara a sus opciones de futuro en la liga, pero no pensaban en ganar la copa. Son la mejor defensa de la liga -con diferencia- y este título es un premio al esfuerzo y al trabajo colectivo.

Xavi Garcia parece que ha encontrado su sitio. Después de dos malas campañas como entrenador del Ricoh Manresa y de segundo en el Bruesa, en la LEB Plata ha redirigido su rumbo. Se ha traído a Dragusin -la torre rumana- Amador y Kortaberría de San Sebastián y se ha encontrado con hombres que ya conocía como Chus Aranda o Edu Riu. Nadie juega más de la cuenta ni nadie sobresale en exceso por encima de los demás. Esa es la clave del éxito del Akasvayu Vic.

Son uno de los equipos más jóvenes de la categoría y con menos nombres que Calefacciones Farho Gijón (Wolfram, Rajniak), Clínicas Rincón Axarquia (Chilinski, Paulao Prestes) o Cáceres (Harper Williams). Desde aquí damos la enhorabuena al triunfo colectivo y sobretodo a nuestro amigo Chus Aranda. y a ahora, ¡A por la liga!

Las reacciones por el fichaje de Gasol


Redacción, 2 feb. 2008.- Pocas noticias en este mundo pueden desbancar en importancia la inminente Superbowl. Pero el fichaje de Pau Gasol por Los Angeles Lakers ha logrado eclipsar al gran evento del año y por unas horas acaparar portadas de los principales medios deportivos de tirada local y nacional en EE UU.

La propia NBA hacía oficial su fichaje poniendo en portada de su sitio web la imagen de Gasol junto a Kobe Bryant. La noticia dejaba en un segundo plano una intensa jornada donde el propio Bryant daba una lección anotando 46 puntos frente a los Raptors de Calderón. Y es que el traspaso de Gasol es tan importante que hasta el propio Marcus Camby lo analiza en su blog. En él, el pívot de los Nuggets destaca que “Pau es muy versátil. Es un tío que puede salir y anotar, pero también puede ir abajo anotando de espaldas a canasta”.

Lógicamente donde más importancia ha tenido la noticia en Estados Unidos es en Los Angeles. Allí, los periódicos angelinos resaltan el valor del fichaje y disparan la ilusión al respecto. Todos coinciden en el salto cualitativo del equipo y las aspiraciones de luchar por el anillo, pero Mark Heisler se pregunta qué efectos tendrá este fichaje en la defensa de los Lakers.

Sports illustrated y Hoopshype coincidian en su titular ”Lakers Land Gasol” y destacaban las opciones de Pau Gasol de liderar junto a Kobe Bryant, Andre Bynum y Lamar Odom un equipo capaz de luchar por el título desde este mismo año. El portal de ESPN ofrecía una amplia cobertura del fichaje y, en su interior, Chris Abbott habla en su blog de las consecuencias que tiene el fichaje. Abbott destaca las opciones de anillo de los Lakers y afirma que “un equipo con Gasol, Bynum, Lamar Odom, Kobe y Derek Fisher, unido a uno de los banquillos más profundos de la liga, debería causar miedo en el corazón de otros equipos del Oeste”

Chris Sheridan ofrecía un interesante punto de vista al analizar a través de las declaraciones de Chris Wallace, GM de Memphis, cual es el futuro de los Grizzlies con la salida de su principal estrella en los últimos años. En una línea pesimita Comercial Appeal se pregunta ¿Gasol por qué? cuestionando la habilidad de Chris Wallace a la hora de obtener algo de valía en el traspaso de Gasol.

En su columna habitual, Adrian Wojnarowski, destaca el valor y la categoría de Pau Gasol. El columnista de Yahoo Sports señala que “Él es inteligente y sofisticado y necesita un cambio para encontrar la motivación. Su traspaso a Los Angeles Lakers le une a Phil Jackson en una alianza entre intelectuales, un triangulo ofensivo perfecto por su talento y oportunidad para ser campeón”.

En España la noticia también corrió como la pólvora y los medios digitales fueron los primeros en avanzar la noticia. Ramón Trecet, en su blog en Marca.com, reflexionaba sobre la noticia y planteaba su duda sobre el futuro de Juan Carlos Navarro y los Grizzlies. Con forme la noticia cogió cuerpo las diferentes ediciones digitales de los principales periódicos nacionales se hacían eco de la noticia y destacaban la ilusión generada con este traspaso.

Ya de madrugada, los principales programas deportivos abrían sus ediciones con la noticia del traspaso de Pau Gasol a Los Ángeles Lakers. Así, El Larguero de la Cadena SER señalaba en su comienzo que “Pau Gasol aspira a todo en la NBA. El jugador ve cumplidas sus aspiraciones de jugar en un grande y optar a un anillo”.

Tanto la cadena SER como Onda Cero eran los primeros medios que entrevistaban a Arturo Ortega, representante de Pau Gasol. Ortega nos descubría que las primera noticas del posible traspaso comenzaron a eso de las 18.00, pero que no fue hasta las 20.00 cuando empezó a recibir información con “veracidad”. El agente deportivo señalaba en la entrevista que Pau no supo de la noticia hasta el final y que él se había enterado por medio de sus socios americanos. Arturo Ortega afirmaba que el traspaso de Pau era cogido por el propio jugador “con cierta tristeza por lo que deja en Memphis ya que son muchos años, muchos amigos. Profesionalmente está contento porque va a una gran ciudad y a un equipo histórico con aspiraciones“.

Otro de los puntos de interés que la noticia generaba era el también traspaso de los derechos en la NBA de Marc Gasol a los Memphis Grizzlies. Una situación que aún no había sido analizada en profundidad por Arturo Ortega. “Nos ha pillado por sorpresa. Marc es un valor en alza en Europa. Aunque afirmaba que “es un inteligente movimiento de futuro de Memphis”. Preguntado sobre este mismo asunto, Antoni Daimiel, uno de los mayores entendidos de NBA en España, aseguraba que la nueva situación de Marc Gasol “es interesante porque llega a un sitio donde puede tener más minutos y mas dinero” además opinaba que Memphis es “ideal para darse a conocer porque conoce la ciudad y el equipo le conoce de su etapa en instituto”.

Antonio Daimiel afirmaba en Onda Cero que “es un traspaso apasionante para nosotros, para Pau, los Lakers y Kobe Bryant. Kobe pedía un All Star y ya lo tiene”. Desde el punto de vista financiero es también interesante para Memphis. y concluye que “ era una noticia que esperábamos hace un año”.

Miguel Ángel Paniagua, habitual comentarista de la Cadena SER, profundizaba en el intercambio y destacaba que Pau Gasol ”llega a un equipo donde es necesario, más aún con la lesión de Andrew Bynum. Va a poder jugar con el famoso tridente de Phil jackson”. Respecto al futuro de la franquicia angelina, Paniagua señalaba que el equipo parte con “aspiraciones a lo más alto desde este mismo año” y afirma que “el fichaje de Pau aumenta sus opciones en el Oeste. Paniagua concluye destacando que “sería una oportunidad histórica que en su primer año llegase a una final con los legendarios Celtics”.

ACB.COM

viernes, 1 de febrero de 2008

Tú a Memphis, yo a California


Salta la noticia en la NBA, Pau Gasol acaba de fichar por los Ángeles Lakers. Después de muchos rumores sobre su posible pase a Chicago, el pívot de Sant Boi ficha por el equipo de California.

En la operación también está incluido su hermano Marc Gasol, ya que sus derechos pasan a pertenecer a los Memphis Grizzlies.

Por fin Pau Gasol podrá jugar en un equipo con aspiraciones al titulo. Veremo como se lleva con la estrella de Los Ángeles, Kobe Bryant.

Seguiremos informando sobre los detalles de la operación.