Ray Allen es el nombre propio de la primera parte del segundo partido de la final entre Lakers y Celtics. Con Garnett en el banquillo al minuto 3 por 2 faltas y con Paul Pierce aciago, Allen se puso el equipo a las espaldas y ofreció un clínic de tiro que nadie de los Lakers pudo parar. Enchufó 7 triples consecutivos y llegó al descanso igualando el récord de Kenny Smith y Scottie Pippen en triples anotados en una final NBA.
En el 3r cuarto les superó, Allen pasó a la historia por ser el primer jugador que anota 8 triples en una final de la NBA y acabó con un registro de 8 de 10 (para 32 puntos en total). Espectacular. Ni Fisher, ni Bryant, ni Vujacic pudieron con él en ningún momento. A partir de entonces, cuando las televisiones se estaban regodeando con la actuación de Ray, apareció la figura de Rajon Rondo, el líder silencioso de los Celtics.
El base que pasó por el Torneo de L'Hospitalet cuando era junior, con el High School de Oak Hill -junto al hawk Josh Smith, quien se llevaría el MVP del torneo- acabó con un triple doble el día que todo el mundo adoraba a Ray Allen. 19 puntos, 12 rebotes y 10 asistencias. Con ésta pareja a todo gas y un parcial en el último cuarto de 22 a 31, Boston empató la serie a 1.
Por el bando laker, cabe destacar la actuación de la pareja Bynum-Gasol que se comieron a todo el juego interior visitante, cerraron la zona con candado -13 tapones entre ambos- y anotaron 46 de los 94 puntos de su equipo. Esta vez no hubo tiempo para el salvador Kobe Bryant (8 de 20 en tiros de campo). Sus 21 puntos pasaron más desapercibidos que nunca. Mención aparte merece Ron Artest, que fue un lastre para su equipo durante los 40 minutos que estuvo en cancha. 6 puntos (1 de 10 en tiros de campo), 5 rebotes, 6 faltas y 3 balones perdidos.
La serie se pone interesante porque en los dos partidos han aparecido actores diferentes capaces de coger protagonismo en cualquier momento. Los Celtics tienen mejor fondo de armario que los Lakers pero la noche que tuvo ayer Bynum es la mejor noticia para los angelinos. Aunque parece que sigue existiendo la máxima de que cuando Bynum está bien, Odom no lo está y viceversa.
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