Versatilidad, centímetros, calidad, intensidad... Son muchos los adjetivos que sirven para hablar de la pintura del Barcelona, pero su grandeza es que no sirve solo uno sino que se necesitan todos para definirlos. La final de la Copa del Rey solo ha tenido emoción los primeros 10 minutos, es el tiempo que han necesitado los interiores culés para imponer su ley. Cada tiro del Madrid a menos de 4 metros del aro era una auténtica batalla, brazos y más brazos aparecían por todos lados para obligarles a modificar las trayectorias de sus lanzamientos. Incluso los 212 centímetros de Lavrinovic parecían poco en la pintura del Barcelona.
Los de Pascual han barrido al Madrid en el marcador, pero donde más han superado a los de Messina ha sido en intangibles. Cada tiro de los blancos era forzado, cada balón dividido era para el Barça, el ritmo del partido lo llevaba el Barça y la intensidad defensiva la ponía el Barça, una intensidad que ha conseguido mantener los 40 minutos del partido y incluso si hubiera durado 50, 60 o 70 minutos el equipo habría persistido en su empeño de aplastar al rival.
La solidez defensiva ha ido acompañada de una consistencia en ataque espectacular, comandada por un Ricky Rubio (13 puntos) soberbio. El jugador del Masnou es a sus 19 años el base más dominante de Europa. Ricky es capaz de cambiar la dinámica de los partidos en cualquier momento, domina los partidos de manera contundente, algo que el aficionado del Barça no veía desde Jasikevicius.
Hoy Navarro solo ha metido 8 puntos, la estrella del equipo no ha brillado pero daba igual, el equipo estaba desbocado. Fran Vázquez ha acabado siendo el MVP de la Copa pero en realidad todo el equipo ha sido MVP por su trabajo en conjunto. Esta es la gran virtud del Barcelona, su capacidad de trabajo en equipo que le permite mantener la intensidad los 40 minutos y eso, con una plantilla como esta, es igual a éxito.
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